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Yu Holea salió de sus pensamientos y miró el jarro vacío de agua.
No teniendo otra opción, Yu Holea bajó las escaleras.
Como de costumbre, toda la mansión estaba vacía, solo se oía una voz tenue proveniente de la habitación de la señora Qiao.
Yu Holea llegó sigilosamente a la cocina y tomó un vaso de agua.
Justo entonces, Yu Holea vio una sombra tenue en la ventana, igual que aquel día.
Sus ojos se entrecerraron. ¿Este ladrón está aquí otra vez?
La última vez perdió su rastro, pero ahora se aseguraría de atraparlo.
Se apresuró a salir y le siguió.
Igual que aquel día, la sombra se movía hacia el piso superior.
Yu Holea no se dio cuenta de que había llegado al cuarto piso.
Recitó un mantra y apuntó su dedo hacia la sombra, que justo estaba a punto de desvanecerse.
La figura de repente se detuvo y Yu Holea sonrió.
—¡Finalmente, atrapó a este ladrón!
Yu Holea se acercó rápidamente frente a la sombra.
