Mientras Yu Holea, el Director Ou y Ni Wulin salían de la sala de reuniones, la expresión de Ni Wulin permanecía tensa. Su mente bullía con pensamientos sobre las amenazas de Tao Huaqin.
—Yu Holea, tienes que tener cuidado —advirtió Ni Wulin, con los ojos llenos de preocupación.
—Tao Huaqin... no está blefando. Ha hecho esto a otros antes. Lo he visto con mis propios ojos. Es despiadado y no se detendrá ante nada para conseguir lo que quiere.
—Gracias por tu preocupación, Ni Wulin —dijo Yu Holea con delicadeza, colocando una mano tranquilizadora sobre el hombro de Ni Wulin—. Pero confía en mí, no puede tocarme. He visto qué tipo de persona es y ya he lidiado con personas mucho peores que él. Que lo intente.
Ni Wulin se mordió el labio, aún inquieta, pero asintió.
—¡Señorita Yu! ¡Señorita Yu! —Mo Jiang se apresuró a alcanzar a Yu Holea y dijo—. Señorita Yu, debería tener cuidado de ahora en adelante, ese Tao Huaqin es...