—¿Qué autoridad? —preguntó cautelosamente la Hermana Fénix.
Yu Holea descendió lentamente del aire como un hada y dijo con una risita:
—La Autoridad Definitiva para hacer un juicio sobre cualquier asunto que suceda en la ciudad de la diosa. ¡Esto me fue otorgado cuando obtuve el reconocimiento de los cielos! Así que lo siento por no informarles a todos, que soy su nueva administradora.
—¡Tú... tú debes estar mintiendo! —tartamudeó la Hermana Fénix, tratando desesperadamente de recuperar el control—. ¡Los cielos no otorgarían tal poder a alguien como tú!
Yu Holea se rió entre dientes, sus ojos brillaban con una luz fría.
—Cree lo que quieras, pero eso no cambiará la verdad. Los cielos han reconocido mis habilidades y con ello, tengo la autoridad para lidiar con cualquier amenaza a nuestra comunidad.
La mujer de la máscara de león, que había estado observando en silencio el intercambio, avanzó vacilante.
—Señorita Yu... ¿es verdad? ¿Realmente tienes esta autoridad? —preguntó.