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—Albergaste resentimiento contra nuestro hijo a pesar de no conocerlo, ¿y aún osas llamarte a ti misma una víctima?
La cara de la sirvienta se tornó pálida y abrió la boca para defenderse, sin embargo, de repente se encontró sin palabras.
La habitación cayó en un silencio tenso, solo interrumpido por las respiraciones superficiales de la sirvienta y los suaves sollozos de la señora Zhao.
Yu Holea observó de cerca la reacción de la sirvienta, percibiendo un cambio en el comportamiento de la sirvienta. La pastilla de la verdad seguía haciendo efecto, obligando a la sirvienta a hablar honestamente.
—Dijiste que no tenías elección —dijo Yu Holea suavemente—, pero siempre tienes una elección. Incluso en tu desesperación, elegiste hacer daño a un niño inocente. Esa elección dice mucho de tu carácter.
Los ojos de la sirvienta se llenaron de lágrimas de nuevo.
—Estaba desesperada... Pensé que podría encontrar una salida, pero no pude. Fallé a todos, incluyéndome a mí misma.