Yu Holea se detuvo en seco, su corazón saltó al escuchar la voz adolorida de Qiao Jun. Se volvió, con una preocupación evidente en su rostro.
—Hermano Jun, ¿qué ha pasado? ¿Estás bien? —preguntó, su voz llena de inquietud.
Qiao Jun se giró hacia ella, una leve mueca en su rostro mientras se frotaba el estómago.
—No es nada, Lea. Es solo una lesión anterior que está molestando —respondió, tratando de minimizar la incomodidad.
Los ojos de Yu Holea se abrieron aún más por la preocupación.
—¿Una lesión anterior? Deberías haberme dicho. Necesitas descansar —insistió, acercándose más a él.
Qiao Jun negó con la cabeza, ofreciendo una sonrisa tranquilizadora a pesar del dolor.
—De verdad, no es nada serio. Solo necesito tomármelo con calma por un momento —dijo, aunque sus ojos traicionaban su malestar.
La preocupación de Yu Holea se intensificó.
—Deberías acostarte. Forzarte demasiado no es bueno —dijo, guiándolo hacia la cama.
Qiao Jun asintió y dijo:
—¿Por qué no lo compruebas?