Yu Holea estaba allí, conteniendo las lágrimas mientras contemplaba la vista de la Mansión Qiao bellamente decorada.
Toda la familia se había reunido para celebrar su cumpleaños, sus rostros irradiaban amor y calidez. Sentía una profunda gratitud y felicidad brotando en su interior.
—Gracias a todos —dijo Yu Holea, con la voz temblando de emoción—. Esta es la sorpresa más maravillosa.
Qiao Li sonrió cálidamente y colocó el pastel frente a Yu Holea, las velas proyectando un suave resplandor en la habitación tenuemente iluminada.
—Pide un deseo, Lea —la animó.
Yu Holea cerró los ojos, su corazón rebosante de gratitud y amor. Pidió un deseo en silencio, uno lleno de esperanzas y sueños para el futuro, y luego sopló las velas.
La habitación estalló en aplausos y vivas, llenando el espacio de alegría y celebración.