Cuando el grupo llegó a la sala de entrenamiento, se sorprendieron al ver la enorme cola de gente que esperaba su turno.
Desde el exterior parecía un edificio normal pero en cuanto entraron, todo era muy estrecho.
Con los simuladores en el centro de la sala, había enormes monitores que mostraban la escena al resto de las personas.
Había grupos animándose unos a otros mientras algunos solo se reían.
Curiosamente, uno de los mejores cumplidos que el grupo escuchó fue: «¡Buen trabajo! ¡Has durado 2 segundos ahí dentro!».
A su izquierda, había una recepcionista que había sido asignada aquí por el Papa. Al ver a Shiro y al grupo, los saludó de inmediato.
—El papa me ha informado de su llegada. Si lo desean, podemos proporcionarles una sala privada en el piso de arriba para que no tengan que esperar en este espacio tan apretado —ella sonrió.
—No, está bien. ¿Tenemos que pagar para probar la prueba? —Shiro soltó una risita.