Corriendo a través de la grieta, las dos Shiro llegaron a la entrada del edificio que contenía el ancla.
Abriendo la puerta con una sonrisa emocionada, la Shiro mayor miró alrededor buscando el cristal.
Viendo que no estaba en el primer piso, presionó su mano contra las paredes y envió su mana a través de todo el edificio.
Al descubrir el ancla en el piso de abajo, no se complicó y simplemente perforó un agujero en el suelo.
—Urg... Qué bruta. —murmuró Shiro al ver las acciones de su yo mayor.
—Silencio. Está bien, piénsalo como un atajo. Después de todo, si pudieras escalar un edificio con facilidad, ¿aún usarías las escaleras? —preguntó la Shiro mayor con una sonrisa.
¡SÍ!
—No importa. Lo que sí importa, es este ancla. —sacudió la cabeza.
Mirando el cristal brillante frente a ella, la Shiro mayor movió su mano y convocó unas computadoras.