—Ha… ha… ha… —Jadeando fuertemente, las dos chicas continuaron corriendo sin mirar atrás.
Shiro intentó cubrir sus huellas tanto como fuera posible, pero era un poco difícil ya que estaban huyendo.
—Vamos a la cueva —sugirió Shiro mientras saltaba sobre una gran rama. Mirando hacia su mano, frunció el ceño ya que sus heridas se habían abierto una vez más y sin un vendaje que absorbiera la sangre, se podían ver marcas de rojo en algunas hojas.
—Claro, pero ¿y si resulta ser un callejón sin salida para nosotras? —preguntó Kuromi con el ceño fruncido también.
—Si resulta ser un callejón sin salida, supongo que solo nos queda luchar hasta morir —Shiro se rió entre dientes.
—Punto justo. Incluso si esto es una prueba, hay posibilidades de que algunos enfermos estén mezclados y podrían querer forzarnos a hacer algo bastante desagradable. Una prueba no vale mancharnos —Kuromi se encogió de hombros.