De pie en el borde de la ventana de una habitación de hotel, Shiro echó un vistazo al interior y vio a Lucius tumbado boca arriba en la cama.
Pensándolo por un momento, Shiro sonrió con malicia y luego saltó hacia su grieta. Por supuesto, se aseguró de ocultar la fluctuación de su mana para no ser detectada.
Reapareciendo sobre él, pisoteó su entrepierna y lo usó como plataforma para saltar al suelo.
—¡AHH!!!! ¡MUJER LOCA! —Lucius gritó en pánico. Encogiéndose de dolor, trató de prepararse para el combate.
—Eso fue solo una pequeña parte de la venganza que tengo para ti. ¿Recuerdas cómo me acosabas en Nueva York? —Shiro sonrió fríamente mientras un frío neblinoso fluía de su mano.
—*¡tos! Sobre eso, en realidad tengo algo serio de lo que hablar contigo. —Lucius abrió los ojos al darse cuenta de quién era ella.
—¿Hou? Te doy 10 segundos para que me intereses. Pero te advierto, esos 10 segundos son estrictos ya que ya estás acorralado. —Shiro respondió.