Observando a Silvia fortalecer al equipo mientras Lírica se lanzaba hacia el jefe, Shiro no pudo evitar notar su evidente aumento de velocidad y control corporal. Mientras corría, mantenía su postura estable para poder reaccionar mejor en cualquier situación.
—Hou… nada mal —pensó Shiro sonriendo.
No pudo evitar notar también a algunos de los individuos más talentosos. Había algunos que parpadeaban continuamente mientras aparecían cortes repentinos en el cuerpo del jefe.
Cada vez que estaban a punto de ser golpeados, la barrera de Silvia los protegía del peligro.
—Oye jovencita, tu reacción es bastante buena, ¿por qué no trabajas conmigo a partir de ahora? Puedo garantizarte un buen sueldo semanal —el hombre sonrió mientras desviaba uno de los puños del jefe.
—No gracias, estoy bien con el equipo que tengo ahora mismo —Silvia declinó con una sonrisa.