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Pareciendo disgustado con su provocación, el segador frunció el ceño.
—¿En esta situación donde no puedes hacerme nada, crees que las cosas pueden cambiar? He visto a muchos con tu tipo de actitud y cada uno ha caído ante mi espada. —Frunce el ceño y clava su espada en el suelo.
—¿Hou? ¿Entonces qué hay de las miles de veces que te han matado? —replicó Shiro con una sonrisa.
—Ellos estaban en grupos y su trabajo en equipo era impresionante. Tú no eres más que una mujer. En mi mundo, a esto le llamamos locura.
—¿Locura? Quizás. Pero, ¿quién dijo que no puedo matarte yo sola?... —Shiro dejó la frase en el aire antes de que su cuerpo desapareciera.
Apareciendo sobre él con relámpagos brotando de su cuerpo, ella giró su torso y lo atacó con su espada.
Concentrándose en los movimientos de sus músculos, ella luego chasqueó sus dedos y empujó su momento hacia la dirección opuesta, sorprendiéndolo.
*¡Pushiii!
