Agazapándose ligeramente, corrió hacia el Segador y apuntó todas las armas de su mecha en miniatura.
—¿¡Te atreves a interrumpir el sagrado ritual?! ¡Muere por tu estupidez! —El segador frunció el ceño y se puso de pie.
Midiendo unos colosales 3 metros de altura, empuñó su gran espada y la blandió hacia ella.
Sorprendida por lo liviana que parecía la gran espada, Shiro sabía que esto era solo el resultado de la ridícula fuerza del segador.
Girando sobre su pie, levantó Ataraxia e intentó parar el ataque del demonio y hacer que las armas dispararan a su cuerpo desprotegido.
Sin embargo, justo cuando la gran espada hizo contacto con Ataraxia, ésta se atravesó como si hubiera usado Refracción.
Pero ya que conocía esta habilidad, ella ya estaba preparada con una segunda copia de Ataraxia en la mano.
—*¡DANG! —Sorprendida por el retroceso, Shiro apretó los dientes y redirigió la espada lo mejor que pudo.