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Al entrar al bar, Shiro vio a varias personas girar sus cabezas hacia ella.
Ignorando sus miradas, se sentó en la barra.
—¿Puedo tener su bebida más fuerte? —preguntó con una sonrisa.
—¿La más fuerte? Señorita, ¿está segura de eso? —el cantinero preguntó con una ceja levantada.
—Sí. Acabo de tener un día difícil, así que quiero algo que me distraiga de eso —Shiro rió entre dientes.
—¿Y si le doy algo más suave primero? Podemos hablar de darte la más fuerte después —sugirió el barman.
—Está bien. Solo dame algo para beber —Shiro asintió con un suspiro.
Mientras el cantinero le preparaba la bebida, ella mantuvo vigilancia en el bar buscando a alguien que pareciera que trataba con información.
«Tch, nadie. ¿Dónde diablos están los informantes cuando los necesitas?» Shiro maldijo en su mente.
—Aquí tienes. Serán 2 platas, por favor —el cantinero dijo mientras le deslizaba la bebida.
—Gracias —Shiro asintió y le entregó el dinero.