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El resto de la horda de monstruos fue eliminado fácilmente mientras Shiro se sentaba en el techo del carruaje como de costumbre y comía sus piruletas.
—¿Quieres una? —preguntó Shiro casualmente, ya que Reyna había terminado su provisión hace rato.
—...Claro —respondió ella después de una breve pausa. Reyna no pudo evitar sentir un tic en la comisura de su boca mientras Shiro aniquilaba casualmente a una horda de monstruos y le ofrecía una piruleta.
—¿Cómo hiciste eso? Pensé que los magos se suponía que eran débiles en combate cuerpo a cuerpo —preguntó mientras desenvolvía la piruleta y se la metía en la boca.
—Bueno, entrené mucho el combate cuerpo a cuerpo ya que sabía que era un punto débil. Si sabes que es un punto débil, ¿por qué no harías nada al respecto? —respondió Shiro con una inclinación de su cabeza. Sería obvio si uno lo pensara.
—Cierto... Pero la mayoría de los magos optaron por aumentar su poder de fuego. Algo así como 'matarlos antes de que lleguen a mí'.