—¿Qué? —Cielo hizo todo lo posible por ignorar la mirada extraña que Tigre le estaba dando. Pero era muy difícil ignorar cuando él ni siquiera era discreto al respecto. Por lo tanto, antes de que pudieran llegar al coche en el espacio de estacionamiento, ella se detuvo y lo miró hacia atrás.
—Solo para que sepas, no voy a responder ninguna de tus preguntas —comentó, señalándolo con el dedo—. Es tu maldita culpa por dormitarte mientras estoy hablando.
—Tigre rodó los ojos mientras la miraba directamente a los ojos—. Está bien. No preguntaré. Pero solo para que tú también sepas, vi esa película ayer mismo. Está bien. Así que pensé en comprar algunas entradas y ofrecerles a todos algo agradable. —Metió la mano en el bolsillo de su traje, revelando un montón de entradas donde puso su último centavo.
—Al ver las entradas en su mano, sus ojos se abrieron como platos instantáneamente —¡Tú…!
—¿Qué? —Él abrió más sus ojos—. ¡Estoy haciendo algo agradable!