—¿¡Dónde está ella?! —rugió el jefe, mirando alrededor, pero sin éxito.
Hera desapareció sin dejar rastro. ¿Cómo era eso posible? Solo había una entrada y salida en esta habitación y era la puerta detrás de él. No podía pasar por su lado sin ser notada, incluso con la niebla.
—¿Qué —el jefe se detuvo abruptamente cuando el enorme monitor mostró un perfil de diferentes personas. Todos lentamente alzaron la cabeza, dilatando los ojos ante los perfiles mostrados uno tras otro. Llevaban años en este campo y reconocieron al instante los breves detalles en la portada de los perfiles.
Los archivos consistían en fotos, nombres y por lo que eran conocidos. También contenían información personal, incluyendo la larga lista de crímenes que habían cometido y la organización de la que formaban parte. Algunas fotos eran de personas que nunca habían visto en sus vidas, pero sus nombres les resultaban familiares.