Dominic había perdido toda esperanza de que los tres pudieran ser una familia normal. No sabía cuándo había comenzado, pero de alguna manera, simplemente aceptó que esta familia solo tenía dos finales posibles. Uno era la separación, y el otro era la eterna miseria de permanecer en un matrimonio sin amor hasta la muerte.
Pero mirar a su esposa e hijo durmiendo tranquilamente en el asiento trasero, sin siquiera saber que habían llegado a casa, provocó una sensación burbujeante en su corazón. Se veían tan pacíficos y adorables. Toda la impaciencia y la irritación que había acumulado durante el día desaparecieron instantáneamente. También su cansancio desapareció mágicamente.
«Qué desconcertante», pensó Dominic, extendiendo su mano hacia Cielo.
Justo cuando sus dedos rozaron el mechón de cabello de su lado, un gemido se le escapó de los labios.
—Mhm —Cielo frunció el ceño mientras sus pestañas se abrían—. ¿Dom?