—Voy a entrar —anunció en un susurro, sosteniendo el condón entre sus dedos. Guió su mano a sus labios, a punto de morder el envoltorio.
—Espera —jadeaba Cielo, agarrando su muñeca rápidamente—. ¿Qué dijiste?
—¿Eh? —Inmerso en la creciente lujuria, sus gruesas cejas se alzaron ligeramente, confundido.
—Que lo pondrás después... eso fue lo que dijiste antes —mordió su labio inferior, sosteniendo su intensa mirada—. Déjame ponértelo, Dom.
Ambos tenían los rostros enrojecidos, pero todo su cuerpo se sintió aún más ardiente con ese comentario. La determinación en sus ojos encendió su cuerpo, pero la forma en la que su nombre sonaba desde esos labios rojos lo endureció aún más.
—Cierto —Dominic mordió la punta del sobre y luego movió su cara más cerca de ella. Cielo mordió el otro extremo por instinto y él lo soltó.