—¡Oh, no, no lo hagas! —Cielo dejó caer sus manos y regresó hacia Ivy. En lugar de sentarse, fue directo a su amiga para revisarle el cuello. Después de revisar el lado del cuello de Ivy, tomó el brazo de esta última y le subió la manga.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Ivy, confundida—. Cielo.
—¿Pasó algo íntimo entre ustedes dos? —Cielo la miró y preguntó.
—¿Qué?
—Ivy, somos amigas y por si lo olvidaste, ahora tengo dos hijos. Podría haber tenido más si mi esposo y yo no tuviéramos cuidado —explicó Cielo en tono neutro—. Ahora, dime, ¿pasó algo entre ustedes dos?
—No —Ivy abrió y cerró la boca, sin palabras por la franqueza de su amiga. Pero al final, aún tenía que dar una respuesta porque Cielo estaba esperando.
—No pasó nada, ¿de acuerdo? —Ivy retiró su brazo de Cielo y bajó su manga.
—¿En serio?
—¿Por qué te sorprende? Cielo, sabes que no tengo experiencia.