Cuando Cielo llegó a la oficina al día siguiente, inmediatamente supo que algo andaba mal. Aunque no era la misma incomodidad que cuando hubo un rumor ridículo sobre ella, tampoco era lo mismo que cuando confundieron a Tigre con su esposo. Era diferente, pero de alguna manera, no podía precisar qué era exactamente.
—Hmm… —Cielo miró por encima de la pantalla del monitor para echar un vistazo a todos. Vio a algunos de sus compañeros de trabajo mirando en su dirección. Pero en lugar de apartar la vista como deberían, le regalaron sus sonrisas más brillantes.
Cielo se sobresaltó al sentirse casi cegada por las brillantes sonrisas que había estado recibiendo desde esa mañana. Todo comenzó con el guardia de la entrada, saludándola con un —buenos días —cuando normalmente se concentraría en quién entra y sale de la empresa. Incluso en su camino al departamento de arte, todos la saludaban.
Eso era a lo que se refería cuando decía que algo andaba mal.