—¡Estoy bien! No disparen —especialmente tú, Tigre —Cielo soltó un resoplido corto mientras pasaba la vista por la azotea. Aparte del helicóptero en llamas, todos parecían estar bien. Aunque Silas parecía estúpido mirando en su dirección. Ella bajó la mirada rápidamente, captando una figura volando hacia arriba.
«Lo sabía. Él estaría aquí», pensó, parpadeando y girando la cabeza hacia la persona dentro del helicóptero. —Voy a saltar.
—Audaz —Dragón asintió con la cabeza mientras hacía un gesto con la mano—. Muy bien.
—Dragón… ¿así te llamó Oso?
—¿Sí?
La comisura de sus labios se alzó en una sonrisa breve que no llegó a sus ojos. —Esperemos no cruzarnos de nuevo. Aprecio que me dejes ir; tienes buena suerte.
—Vaya manera de decirlo —Dragón sonrió a cambio, mirando a la mujer que estaba junto a la puerta abierta.