—Hah... La niebla se formó frente a los labios desfigurados del hombre, jadeando por aire mientras luchaba por mantener su conciencia. Sus hinchados ojos le dificultaban mantener uno abierto.
La escalofriante brisa dejaba moretones en su piel, arrodillado en la capa de escarcha sin nada sobre él. Sin ropa, sin accesorios, ni siquiera una corbata para sujetarlo. Aún así, no se movió de su lugar, ni intentó huir a pesar de tener tal libertad.
¿Por qué?
¿Por qué no huiría?
La respuesta era la persona — no, aquel diablo frente a él.
El hombre levantó lentamente su visión borrosa e inmediatamente captó la figura de una mujer de pie a varios pasos de él. A diferencia de él, que no tenía nada, la mujer llevaba un grueso y largo abrigo de piel negro. Su cabello rizado flotaba con la brisa, pero la temperatura no era nada comparada con el frío en sus ojos de fénix. Unos hombres la rodeaban, vistiendo gruesas indumentarias que los mantenían cálidos.