—La gente te conoce y te lee como a un libro abierto. No digo que debas cerrar el libro, sino mantenerlo abierto. Pero... el contenido debe ser diferente. Permites que te lean de la forma en que tú quieres que lo hagan. —Axel frunció el ceño, preguntándose si estaba solo cansado, que no podía procesar las palabras de Cielo correctamente. No parecía entender su explicación, aunque sonara fácil.
—¿Entiendes? —preguntó Cielo, y él inmediatamente negó con la cabeza—. Mi... entonces necesitas más lecciones.
—Hermana.
—Vamos, Axel, sé un buen chico. Se necesita tiempo para cambiar un viejo hábito. Pero una vez que lo haces, será más fácil. —Ella sonrió, asintiéndole alentadoramente—. De todos modos, ya que estás progresando ahora, aquí tienes una ficha.
Cielo sacó una ficha de su delantal y la deslizó cerca de su plato vacío. Axel la miró confundido antes de levantar los ojos hacia ella de nuevo.