—¡Adiós, señor Zhang! —Dane miró atrás y sonrió al equipo, que se estaba subiendo a su propio coche. Observó cómo inclinaban sus cabezas ligeramente antes de abrir la puerta del asiento del pasajero. Profundas líneas aparecieron entre sus cejas al ver las cosas en el asiento del pasajero delantero.
—Tú siéntate atrás.
Dane escuchó una voz muy familiar dentro del vehículo. Bajó la cabeza y la movió dentro del asiento del pasajero delantero, la mirada posándose en el asiento trasero.
«Lo sabía», pensó con un ligero ceño fruncido, al ver a Cielo en el asiento trasero.
—Vamos a regresar a la oficina, así que nuestro destino es el mismo —Cielo dio palmaditas al espacio a su lado—. Déjame acompañarte ya que el coche en el que vine aquí está un poco lleno ya.