—¿Hay alguien que tenga rencor contra ti? ¿Alguna idea de quiénes podrían ser esas personas que te observaban anoche?
Silas tenía una expresión sombría mientras recordaba la línea de preguntas de Dominic. Estaba reclinado contra la cama del hospital, mirando la tableta que Dominic le dejó para que revisara las grabaciones. Dominic dijo que revisarlas podría refrescar su memoria, ya que no podían descartar ninguna posibilidad.
—Estoy seguro —susurró mientras resoplaba—. Ese maldito Primo es quien envió a esos tipos. Pensé que ya estaba muerto, pero parece que finalmente apareció.
Hace tan solo un año, Primo y Silas eran socios. Primo fabricaba una nueva droga y Silas las distribuía, apoderándose del mercado negro con esta nueva droga. Si hubiera sido cualquier otro, Silas ni siquiera le habría prestado atención a Primo cuando este le ofreció distribuir sus productos. Después de todo, Silas no podía cortar su contacto tan fácilmente, sabiendo que lo tenían agarrado del cuello.