Las cenas de empresa se celebraban al menos una vez al mes en cada departamento. Era una forma de que la empresa agasajara a sus empleados trabajadores. Pero, para ser honestos, en opinión de Cielo, no era suficiente compensación para sus compañeros de trabajo. ¿Desde cuándo le importaba?
—Recién llegada, has estado con nosotros todo el día, pero no hemos conocido tu nombre.
Cielo clavó sus ojos en la trabajadora que estaba al otro lado de la larga mesa. Parpadeó y luego escaneó a todos los que estaban alrededor de la misma mesa que ella. Todos la miraban, la apatía en sus ojos que tenían todo el día había desaparecido solo por este agasajo, que ella llamaba soborno.
—Tsk tsk. Ustedes... ¿cómo pueden pedirle recados sin siquiera saber su nombre? —dijo el señor Yang, el anfitrión de la cena de esta noche, chasqueó la lengua en desaprobación—. Su nombre es Pepsi.
—¿Pepsi? ¿Como el refresco? —murmuró Cielo junto con el murmullo confuso de todos—. ¿Ese es mi nombre? ¿Desde cuándo?