Mientras tanto…
—¡Tú puedes, Papá! ¡Vamos! —Axel animaba a su padre desde un rincón de la sala de terapia, captando la atención de todos. Algunos empleados médicos no pudieron evitar reírse mientras Lionel movía la cabeza negativamente.
Desde que Lionel comenzó las terapias, no hubo ni un solo momento en que su hijo menor estuviera ausente. No es que se quejara, pero de alguna manera, era vergonzoso. Axel siempre era muy ruidoso, como si estuviera animando en una Copa del Mundo.
—Señor Zhu, venga. Vamos a hacerlo de nuevo —dijo el fisioterapeuta al hombre en la silla de ruedas, sosteniendo los brazos del hombre.
—Está bien.
—¡Vamos Papá ~!