Al día siguiente...
—¡Huhuhuhu! —Axel frunció el ceño, observando cómo su hermana volvía a llorar a mares. Estaba bien cuando llegó, pero en cuanto la llamó y ella se enfrentó a él, las lágrimas de repente comenzaron a correr por sus mejillas.
—Hermana, ¿qué demonios? —Se llevó la mano a la cara frunciendo el gesto—. Pensé que estarías bien ya que mi hermano te visitó ayer. ¡Pero parece que estás mucho peor!
—Axel... —su voz temblaba mientras se sonaba la nariz—. ... tu hermano podría divorciarse de mí.
—¿Y qué? Es solo un — ¿qué dijiste? —él jadeó, saltando de su asiento al borde de la cama—. Hermana, ¿qué acabas de decir? ¿Por qué mi hermano te divorciaría?
—Está enojado por algo, y luego se fue ayer diciendo que necesitaba tiempo.
—Hermana, ¿qué hiciste? —Axel frunció el ceño—. ¿Hiciste algo malo por lo que podrían romper?
—¡Imposible! ¡Su hermano y su cuñada estaban locamente enamorados el uno del otro. Nada podría separarlos nunca! Pero... ¿por qué Cielo pensaría eso?