—¿Qué diablos, hombre? —Tigre corría tan rápido como podía, disparando a cualquiera que se interpusiera en su camino. Sin embargo, su otra mano sostenía el teléfono para contactar a alguien—. ¿Qué está haciendo ese viejo? —siseaba, corriendo hacia el inframundo donde Gray y sus jefes habían ido.
Tigre apretaba los dientes y siseaba, corriendo hacia el inframundo donde Gray y sus jefes habían ido. Algunos lo encontraron como una amenaza e intentaron derribarlo, pero, ay, sus destinos quedaron sellados en el infierno en el momento en que le apuntaron con el cañón. No obstante, Tigre ya no tenía tiempo para divertirse cuando se escuchó la tercera explosión.
Vio parte del edificio colapsar, después de todo. Si estuviera afuera en ese momento, estaba seguro de que ya el último piso estaría inclinado.
—¿Dónde diablos están? —se preguntaba con su respiración entrecortada, despejando el camino mientras planeaba reunirse con Gray—. ¿Habrán llegado a ese chico?