—¡Maldición! —rugió Cielo mientras aumentaba el paso, creando distancia entre Dominic y Axel, quienes llevaban a los niños.
Ambos hombres no podían contraatacar, sabiendo que correr mientras llevaban a los niños y teniendo en cuenta que Sebastián y Riley estaban heridos, agravaría las lesiones de los pequeños. Todo lo que podían hacer era asegurarse de no agravar las heridas de los niños y observar cómo Heaven combatía a los enemigos que aparecían de la nada.
¿No habían acabado con todos en su camino hacia aquí? ¿Qué hay de Gray? Ese tipo se quedó atrás. ¿Murió? Por eso estos enemigos venían de la dirección de la que habían llegado. Miríadas de preguntas invadían las mentes de Dominic y Axel, pero Cielo no tenía tiempo para entretenerse con esos pensamientos en ese momento.
Su fiera espalda les decía eso.