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—¡Ahhhh!
El hombre gritaba con todas sus fuerzas, sintiendo que todo su cuerpo temblaba. El dolor de sus ojos se propagaba por cada fibra de su ser. Quería tocarse los ojos y sacar el bolígrafo, pero tenía demasiado miedo hasta para tocarlo.
Le había dado más información, ¿no? ¿Por qué entonces ella le había perforado el ojo? ¿Qué tan violenta era esta mujer?
¿Cómo podía perforarle los ojos a alguien y no mostrar remordimiento? Solo aquellos malvados del mundo de las pandillas eran las personas que el hombre sabía que existían este tipo de personas.
—Ese ojo es por mi suegra —dijo ella, haciendo sonar como que hubiera tomado su otro ojo si hubiera otro bolígrafo disponible—. El resto lo tomaré más tarde.
El hombre casi se ahoga con su grito, mirando a Cielo con terror. Al ver esa mirada muerta en su cara, él sabía con certeza que ella decía en serio. A pesar de la situación terrible, el hombre no podía evitar preguntarse; ¿haría algo peor si él se hubiera callado?