—Tienes 10 segundos para decidir cómo quieres morir —¿dónde está mi hijo? —gruñó Cielo retumbó en la sala de interrogatorios mientras todos abrían los ojos de par en par. Todos la miraban, conteniendo la respiración, intentando procesar lo que acababa de suceder.
—No... —Los labios de Dane temblaban, mirando la sangre caer por la nariz rota del hombre—. ...ella dijo... ¿que le rogaría?
Esto no era suplicar. Definitivamente no era la súplica que se imaginaban.
Todos quedaron en blanco por un momento mientras el tiempo pasaba más lento de lo normal. Hace apenas un instante, Cielo era como una madre desesperada que haría cualquier cosa por su hijo desaparecido. Todos le creían. Después de todo, era una madre. Además, no parecía que fuera alguien capaz de herir a una mosca. Esta muestra de agresividad sorprendió incluso a su esposo, Dominic Zhu.
—Hermana... —Axel susurró preocupado, manteniendo su mirada fija en la mujer que sujetaba al sospechoso.