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Cielo abrió débilmente los ojos, captando el alto techo en un instante. Parpadeó y luego cerró los ojos, tomando una respiración profunda antes de volver a abrirlos.
—Ah... —instintivamente colocó su mano sobre su estómago.
—Abuela —llamó, viendo una figura desde el rincón de su ojo—. ¿Está bien mi bebé?
—El bebé está bien, afortunadamente —la abuela Zhu apretó sus delgados labios, mirando el perfil lateral de su nieta política—. El doctor dijo que el bebé se está aferrando con fuerza. Sin embargo, es mejor si no te estresas por el bien del bebé.
—Por el bien del bebé... —Cielo repitió en su mente, manteniendo su mirada fija en el techo y su mano sobre su estómago—. ¿Y tu hermano mayor?
—¿Qué pasa con Dom? —preguntó en voz baja, y la abuela Zhu no retuvo ninguna información.
—Salió a resolver algunos asuntos —dijo la abuela Zhu, echando un vistazo a la puerta cerrada—. No creo que vuelva esta noche ya que necesita traer a casa a Sebastián.