Al día siguiente...
—Misericordia... —llamó Heaven dulce y tranquilamente, asomando su cabeza en la entrada—. Te traje comida~
A diferencia de los días anteriores, usualmente Heaven solo escucharía gruñidos, siseos, o el sonido de algo precipitándose en su dirección. Todos los días, ella llamaba a Misericordia y miraba dentro, solo para cerrar la puerta de un golpe antes de que Misericordia pudiera arrancarle la cabeza.
Pero hoy, las cejas de Heaven se elevaron al ver a Misericordia tumbada bajo el pequeño árbol.
—¿Misericordia? —llamó, observando que Misericordia la miraba.
Misericordia no mostró la agresividad usual que había exhibido los días anteriores, solo se quedó mirando a Heaven. Al ver que no hacía nada, los ojos de Heaven se iluminaron.
—Misericordia, te traje comida. —Heaven deslizó discretamente la puerta, llevando consigo una bandeja. Se detuvo justo en la entrada, impidiendo que la puerta se cerrara con su pie en caso de que fuera una trampa.