—Si eso es lo que crees que es correcto —la abuela Zhu le ofreció a Heaven una cálida sonrisa después de escuchar la petición de la última—. Entonces confío en ti.
Heaven le sonrió de vuelta satisfecha. —Gracias, abuela. Sé que lo que estoy pidiendo es un poco difícil, pero… —se detuvo cuando la abuela Zhu negó con la cabeza.
—He vivido lo suficiente como para entender que algunas cosas se deben dejar ir con el tiempo. Simplemente estoy aliviada de que, incluso cuando tenga que dejar esta vida, sé que mi familia queda en buenas manos —expresó la abuela Zhu desde el fondo de su corazón, asintiendo a Heaven de manera tranquilizadora—. Pequeña Heaven, antes que nada, quiero presentarte a alguien.
—¿Alguien? —Las cejas de Heaven se elevaron, mirando la sonrisa fijada en el rostro arrugado de la anciana.
La abuela Zhu extendió su mano, que Heaven tomó por instinto. —Lo sabrás una vez que la conozcas.