Ivy Wei planeaba quedarse y hacerle compañía a Heaven hasta que llegara su suegro. Sin embargo, en medio de su charla, Ivy recibió una llamada de emergencia. Con el corazón apesadumbrado, tuvo que despedirse de Heaven.
Heaven no era de esas personas que retienen a alguien. Por ello, la dejó ir, a pesar de la insistencia de Ivy de que no se moleste.
—No tenía que mirarme como si me fuera a abandonar —murmuró Heaven, de pie bajo el pórtico mientras veía alejarse el vehículo—. No es como si estuviera sola una vez que se vaya...
La sonrisa en su rostro se desvaneció ligeramente, volviendo la cabeza hacia la puerta. —¿Verdad, Silas?
Silas estaba apoyado en el marco de la puerta. Sus brazos estaban cruzados bajo su pecho, vistiendo ropa casual, sonriendo a Heaven.
—Bueno, estaba considerando si debería o no acompañar a la esposa de mi primo —dijo con una sonrisa amistosa—. Considerando cómo me ven tu esposo y tu cuñado, temía que tú también desconfiaras de mí.