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VOLUMEN 3: LLAMAS GEMELAS
PRÓLOGO
Un niño con unas gafas gruesas y enormes se sentó en la esquina de una habitación vacía. El lugar estaba polvoriento, con algunas latas de cerveza usadas y condones esparcidos alrededor. A pesar de la débil luz de emergencia en la otra esquina para iluminar la habitación, el niño podía ver las telarañas decorando el espacio cerrado.
El niño, de unos siete u ocho años, abrazó sus rodillas. Sus ojos debajo de las gafas gruesas con un lente roto bajaron, mordiéndose el labio inferior para detenerse en un intento de darse valor. Sin embargo, estar retenido en cautiverio en un lugar con el que no estaba familiarizado era suficiente para llenar su joven corazón de terror.
—Mamá... —susurró en su corazón, estremeciéndose cuando la puerta rechinó.