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La idea de fantasmas asustaba a Axel hasta perder el juicio. Era la razón por la que rara vez veía películas de terror. Sin embargo, mirar a la morgue no parecía asustarlo. Si algo, se sentía obligado a entrar, a pesar de saber que había una persona muerta allí. Pero la persona muerta no era cualquiera.
La persona dentro de este lugar era su hermana.
La persona que a veces lo atormentaba hasta hacerlo llorar, pero también alguien que mataría a otros si se metían con él.
Axel reunió su valor, entrando a la morgue para ver a su hermana por última vez. Esta podría ser la última vez que vería su rostro y sostendría su mano. Esa razón fue suficiente para darle el valor de entrar al lugar.
Tan pronto como Axel entró, sus ojos cayeron en la persona acostada en la cama de acero. Su respiración se entrecortó, viendo apenas la parte superior de su cabeza.
—Hermana —susurró, tragando la tensión en su garganta antes de dar otro paso.