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—Mami, ¿no vamos a llevarnos al Tío Bear con nosotros? —Sebastián hizo una pregunta antes de que Heaven pudiera salir del coche.
—¿Eh? —ella parpadeó, viendo a su hijo mirarla inocentemente.
—El Tío Bear siempre ha estado con nosotros y ha protegido a Mami. Entonces, deberíamos invitarlo.
—Uh…
—Sobre eso… —Heaven mantuvo una sonrisa sutil, pero estaba un poco en conflicto con la idea. Todo lo que quería ahora era un descanso de Oso. Su mirada observadora y sus silenciosas lamentaciones también la estresaban.
—Es cierto. —Aún así, al final, Heaven estuvo de acuerdo, ya que no quería parecer egoísta delante de su hijo. Giró su cabeza en el asiento del conductor, mirando el perfil de Oso. —Oso, aparca el coche y únete a nosotros, ¿vale?
—Señora, gracias, pero puedo quedarme aquí
—Por favor, Oso, —ella insistió a regañadientes. —Insisto. Únete a nosotros.