—Era molesto, fingir que Cielo no notaba cómo Oso la observaba a su antojo. No es que lo hiciera evidente, pero ella lo conocía por dentro y por fuera. Podía decir que la observaba en silencio.
—¡Haz la maldita pregunta!
—¡Oh, Dios! En este punto, solo le diré directamente que pare y admitiré que soy su jefe muerto —Cielo rodó los ojos irritada, sintiendo el par de ojos observadores detrás de ella—. Prefiero hacer eso a sentir que mi vida está bajo un microscopio.
—¡"Mami!"
—La cara de Cielo se iluminó lentamente en cuanto vio a su hijo salir de la escuela. En el segundo que Sebastián la vio parada fuera de la escuela, su rostro se iluminó. Soltó la mano de su maestra y corrió hacia su madre.
—¡"Mami~!—Sebastián se detuvo a un paso de Cielo, con los ojos brillando de emoción.
—Cielo se arrodilló, sonriendo —¿Cómo estuvo la escuela, cariño? —preguntó, tomando su mochila de él.
—¡Estuvo bien! —el pequeño maestro sonrió ampliamente—. Mami, ¿no tenías trabajo?