No muchos sabían sobre los Ojos del Emperador. Solo aquellos miembros núcleo de la organización estaban al tanto de su existencia, y algunas personas curiosas que lograron pillar algo sobre ello. Era un programa creado por el hacker más notorio y mejor del inframundo; era su regalo a Hera como señal de su devoción, lealtad y, quizás, su retorcido amor.
Joker a menudo lo llamaba su hijo con Hera.
La única persona que tenía acceso a este software era Hera. Aunque Hera se lo mostró a Oso unas cuantas veces, Oso nunca realmente lo tocó por la razón de que no quería problemas innecesarios con Joker. Aun así, le era familiar.
—¿Fuiste tú? —repitió Joker, devolviendo a Oso al presente tras un lapsus. —¿Qué? ¿Qué es esa fea expresión en tu cara?
Oso abrió la boca para negarlo, ya que su instinto le decía que alguien probablemente había tomado el control de ese sistema. Sin embargo, justo antes de que pudiera negar cualquier cosa, recordó aquella escena de hace unas noches.