—Mami, descubrí tu secreto. Sabía que eras una espía. Cuando vi el mismo logo de tu computadora en tu teléfono, fui a revisar la versión móvil. Pero entonces, alguien me envió un mensaje y me dijo que solo había una persona que podía acceder al sistema. El teléfono se colgó justo después de eso y luego se reinició.
Cielo contuvo el aliento instintivamente, apenas prestando atención a algunas palabras clave de las declaraciones de Sebastián. Cuando sopló en silencio, puso sus manos en los hombros de él.
—Basti, ¿te refieres a ese logo que parece... una parca? —preguntó en voz baja, observando cómo su hijo apretaba los labios en una línea delgada—. ¿Cómo...?
Sebastián infló una mejilla, desviando la mirada hacia un rincón mientras confesaba—. Revisé la computadora de Mami.
—Basti —Cielo se enderezó lentamente—.