—¿Ir a salvar el mundo? —Axel musitó, recordando las palabras de su sobrino hace unos minutos. Desvió la mirada hacia el lado de Cielo, de pie en el ascensor mientras se dirigían a la tienda departamental.
—Hermana, ¿no crees que mi sobrino se ha vuelto raro? —preguntó, frotándose la barbilla suavemente—. ¿Crees que él piensa que eres una especie de heroína o algo así?
Cielo echó su cabeza hacia atrás, mirando hacia un lado —¿Acabas de llamar raro a mi hijo?
—Eh, ¿no? —Axel se mordió la lengua, aclarando su garganta—. Pero bueno, supongo que eres una heroína a sus ojos.
Sus labios se estiraron de oreja a oreja, apretándose a su lado —También eres mi heroína —guiñó un ojo, haciendo que ella frunciera la nariz.
—Por favor, dame algo de espacio —Cielo extendió un poco los brazos, haciendo que Axel diera unos pasos atrás—. De todos modos, Oso, ¿te pusiste en contacto con Don M?
—Le envié un mensaje de texto —respondió Oso.