Mientras tanto...
—Están tardando bastante tiempo, ¿no crees? —Moose se acercó al lado de Oso mientras este miraba la pista desde la línea de meta—. No quiero hacer que te preocupes demasiado, pero esos tipos también están atrasados. Por lo general, llegan primeros o segundos.
Oso mantuvo su mirada al frente, esperando cualquier señal de Axel y Cielo. Habían pasado minutos desde que el último coche llegó a la línea de meta, pero Cielo y aquellos bribones no habían llegado todavía.
—¿No vas a ir allí? —preguntó Moose, inclinando la cabeza hacia un lado—. Puedo ir contigo y rezar para que todavía estén calientes.
—Cállate, Moose. —La expresión de Oso se oscureció—. Eso no es una petición, sino una advertencia.
Moose se encogió de hombros, haciendo un gesto de cerrar su boca con cremallera.
—Los buscaré si no han llegado en diez minutos —dijo Oso.