—Mhm… —Cielo gimió mientras echaba un vistazo con su único ojo abierto, girando la cabeza hacia la ventana—. ¿Eh?
Parpadeó hasta que su visión se hizo más clara, frotándose los ojos sin darse cuenta de que todavía tenía maquillaje puesto. Cuando giró la cabeza y vio que su coche estaba entrando en el aparcamiento del edificio, Cielo inmediatamente miró hacia el asiento del conductor.
—¿Cómo fue? —su voz era un poco ronca—. ¿Les preguntaste qué querían?
¿Esa era realmente su primera pregunta?
Oso mantuvo los ojos al frente y bufó silenciosamente.
—No, no lo hicieron. Ni siquiera se detuvieron.
—¿Qué? ¿Los asustaste?
—No. Los esperé, pero solo tocaron la bocina y pasaron de largo.
—Así que sí los asustaste. —Cielo balanceó su cabeza mientras Oso fruncía el ceño—. No lo hice.
—Hasta yo me asustaría si la persona a la que estoy siguiendo termina esperándome. —Cielo negó con la cabeza mientras se estiraba—. En fin, supongo que es lo mejor.