—Se —señora —llamó con un hilo de voz, alzando sus cejas mientras sentía la presión de la mano de Cielo en sus huesos.
—¿Qué... pasó aquí? —preguntó Cielo con curiosidad, levantando la vista para encontrarse con los ojos de la criada—. ¿Por qué tienes una quemadura tan grande en tu brazo?
—Ah, eso... Tuve un accidente cuando era joven —explicó la criada tímidamente.
—¿Un accidente?
—Ehm. Sí —la criada apretó los labios en una línea delgada, evaluando la curiosidad en los ojos de Cielo. La mirada de esta última la obligó a añadir un poco más de detalle—. Me sucedió cuando era adolescente. Desafortunadamente, nuestra casa fue atrapada por un enorme fuego.
—Ya veo... —Cielo movió su cabeza, comprendiendo antes de volver a mirar el brazo de la criada. Tocó discretamente el brazo de la criada mientras aflojaba su agarre—. Esto debe haber dolido.