Había días en los que Cielo deseaba no saber nada del mundo del inframundo. Si solo no tuviera un entendimiento más profundo de ese lado del mundo, habría vivido su vida en ignorancia feliz. Pero al mismo tiempo, estaba agradecida.
Si ella fuera ajena, estaba destinada a perderlo todo sin siquiera darse cuenta. Su esposo, su hijo, esta nueva vida y todo. Si Dominic caía, su vida se acabaría. Y eso era un hecho inmutable.
Después de su comida, Cielo fue al gimnasio para despejar su mente. Gracias a la asistencia y el vigor de Dominic en la cama, su cuerpo se acostumbró rápidamente a su rutina de fitness. Mientras tanto, Dominic fue con Sebastián después de la comida, diciéndole que no se preocupara por él ya que ayudaría a su hijo a pasar su rutina nocturna.
Dicho esto, los tres se separaron para pasar las siguientes dos horas resolviendo lo que era necesario.