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—¿Señora? —La cadena de pensamientos de Cielo se detuvo al llamado de Miriam, clavando sus ojos en la persona al otro lado del mostrador de la cocina—. ¿Está bien? Parecía que estaba en otro mundo.
—Todo está bien —La comisura de los labios de Cielo se curvó hacia arriba, negando con la cabeza—. Solo estaba pensando en algo.
—Ah —Miriam devolvió la sonrisa, asintiendo con comprensión—. Pero señora, creo que puso demasiado azúcar en el jugo.
—¿Eh? —Cielo bajó la vista, dándose cuenta de que había dejado a su hijo en el área de la piscina para prepararle unos refrescos. Miriam ya estaba en la cocina cuando Cielo llegó, charlando con ella, pero Cielo terminó distraída.
—Oh —Cielo tomó un sorbo, lamiéndose los labios—. Para alguien con gusto por lo dulce como ella, este nivel de dulzura estaba bien. Pero después de pasar tiempo con Sebastián, sus papilas gustativas eran diferentes. Este nivel de dulzura sería demasiado para él.