—Hola, Paula —llamó Cielo cuando Leo se disculpó, observando cómo Paula levantaba levemente sus cejas—. ¿No estabas locamente enamorada del Señor Wu en aquel entonces?
—¿Qué?
—¿Estás contenta de que vas a trabajar en un proyecto con él? —Cielo sonrió amigablemente—. Realmente estoy muy contenta por ti, mi queridísima mejor amiga. Me alegra que estés cumpliendo tus sueños uno a uno.
Paula abrió y cerró la boca por un momento. —Gracias —murmuró, aclarándose la garganta mientras suspiraba.
—Cielo, no estás enojada, ¿verdad? —Paula extendió su mano para tomar la mano de Cielo.
—¿Por qué iba a estar enojada?
—No tienes que ponerte una máscara de valentía, Cielo. Sé que tú y el Señor Wu tuvieron algo —después de todo, él es tu primer amor —Paula apretó sus labios en una línea delgada, apretando suavemente la mano de Cielo—. Todo entre nosotros es solo por trabajo, eso es todo.